En este
universo la gran mayoría de las cosas se rigen por ciclos, así lo podemos ver
en la naturaleza cuando cambia con las estaciones y una y otra vez vuelve a
florecer; llega el solsticio que ha sido para
algunas culturas como la Celta
y la Pagana en la cual se daba el inicio de un nuevo año. Cuando cae el sol nos indica que es hora de
ir a nuestro interior para renacer a nuestra verdadera esencia
y con eso que hay en el corazón, es un momento en donde debemos hacer una
especial introyección y observación sobre aquellas cosas que hemos creado
y sobre el rumbo que le vamos a dar a lo
nuevo, es un momento de replantear si lo que hoy hacemos se sincroniza con lo
que quisiéramos experimentar o de lo contrario si se aleja de este punto es un
maravilloso momento de reconstruir desde los cimientos un nuevo inicio.
Este
renacer espiritual es lo que se conmemora en esta fecha para dar paso a nuestro nuevo ser.
En la cultura Celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el
nombre de Yule que el momento en que la rueda del año está en su momento más
bajo, preparada para subir de nuevo, nuevamente hablamos de los ciclos de
terminar con aquello que no nos sirve para renacer a las cosas que se
sincronizan con nuestra misión.
Esta tradición se celebraba con bailes y fiestas esperando ese renacer de
la naturaleza, de los ciclos de la vida y por lo tanto del Sol, este representa
no solo el planeta sino nuestra luz interna que vuelve a brillar, esta luz
interna que se expande de nuevo y renace después de un momento de oscuridad
trayendo la vida y la certeza de que todo lo nuevo siempre nos trae una
oportunidad.
El
solsticio también traía el renacer de la naturaleza y por lo tanto de los
arboles, estos representaba
un poder, los bosques sagrados servían
como templo a los Celtas y Paganos, hoy en día, hemos heredado únicamente la
costumbre del árbol de Navidad, pero si nos damos cuenta en esa fecha decoramos
nuestro árbol con luces,, bolas mágicas, campanas de cristal, duendes, hadas y
miles de símbolos que le dan vida y fuerza a esa noche de transformación.
Hagamos un acto simbólico para hacer conciencia de esta transformación
interior y plantemos una semilla o un árbol para reconectarnos con la magia de
la tierra y así manifestar la abundancia que esta nos regala, permitamos así la renovación interior que nos trae esta fecha.
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